Toundra es una de las bandas post-rock que me han gustado más en directo que grabado, pero había tenido tantos problemas con las fotografías y estaba tan poco satisfecha, que ha pasado más de un mes, y aún no había revisado del todo el trabajo realizado. Han sido sin duda ha sido una de las bandas que más me ha costado fotografiar dado la baja luz con la que tocan, y la intensidad de los focos que tiene la sala. Desde aquí y ahora, os pido disculpas a todos los que estuvierais deseosos de ver los resultados y poder leer esto antes.
La noche empezaba como todas en la Sala Apolo… entras, te haces hueco, te colocas donde crees que podrás tomar las mejores fotografías y preparas la cámara.
Poco a poco la sala se iba llenando, y las primeras notas sonaron hacia las 20:00h de la tarde.
Ànteros, que les había dado un pequeño repaso anteriormente en Spotify, andaban tocando canciones sobre todo, de su disco prepandemia, llamado “Y en paz la oscuridad” lanzado en el 2020.
Una de mis favoritas, Espectro, seguida de Sombras y Cenizas (mi otra favorita) fueron las primeras que sonaron.
Cabe destacar de este grupo, que la mezcla del post-rock, post-hardcore y rock instrumental que llevan, con la voz en grito, literalmente, desgarradora, de Endika le da un toque especial a esta banda, que no a todos puede gustar, pero a mi especialmente me encanta y ha hecho que algunos de sus temas ya suenen de forma habitual en mi setlist de «favoritas».
Les seguía Rhea (1672), del álbum “Lunas”, Nereid y Polaris, del álbum “Cuerpos Celestes”. Con Ultravioleta, también de su último disco “Y en la paz oscuridad”, daban fin a sus aproximadamente 40 minutos de concierto, que sirvieron para calentar el ambiente y dar paso a la banda más esperada, Toundra.
Aunque hacía poco que habían pasado cerca de la capital, eso no hizo mella en que la Sala Apolo estuviera llena de gente deseosa de escuchar a los madrileños Toundra, que presentaban su álbum “HEX”
Si algo caracteriza a esta banda es la ausencia de voz, y sus largos temas. Así que empezaron la noche con dos obras maestras de como ya comentamos, su último disco El Odio I y El Odio II, de ocho minutos y casi siete respectivamente.
El público guardaba total silencio admirando a la banda y en las mejores partes vitoreaban a la banda que también disfrutaban de los golpes más rítmicos del tema o en los que la melodía hacía más énfasis. Otra obra de casi 11 minutos salía de los instrumentos de Esteban Girón (guitarrista), Alberto Tocados (bajista), David López «Macón» (guitarrista) y Álex Pérez (batería), Magreb.
Oro Rojo, King Falls, Ruinas, Mojave y Bizancio daban fin a la primera parte del concierto.
A gritos se despedían del público, se abrazaban entre ellos y se marchaban del escenario.
Pocos segundos pasaron desde que volvieron a asomar, y nos regalaron un gran final de concierto con los temas Cobra, Watt y Cielo Negro, uno detrás del otro, a toda potencia sobre el escenario, dando así por finalizado un concierto de casi dos horas de duración, y de no ser porque como todas las salas, tienen su límite horario, yo creo que todos los allí presentes no nos hubiera importado seguir escuchando otro poquito más de Toundra.
La banda desde entonces no ha parado apenas un solo día y siguen con su larga gira programada para este 2022 por un sinfín de ciudades europeas.
Los seguidores, esperaremos con ansias que vuelvan a dejarse caer por aquí; de mientras, seguiremos atentos a sus redes para ver que tal les va.